Esculturas por encargo.

jueves, 16 de junio de 2011

Evocación (carribaycarriba)

VICENTE CARRIBA MIGUELEZ
y ALEJANDRO RODRIGO CARRIBA ALONSO
Laguna de Duero (Valladolid)

EVOCACION

LA TORRE DE LA VIDA 2


 

Una semblanza nueva, un sueño acerca de la “TORRE DE LA VIDA” que por el sentimiento poético me vi observándola con mi compañero en Aspica Constructora Antonio Arribas Fernández,  gran poeta y hábil narrador. Por mas señas amante, de los rincones de su Medina del  Campo y del encanto de todos los rincones bellos del planeta.
Tan solo  horas antes en la radio del coche, Supertramp Paris en directo con el tema del loco y el tañer de las campanas de Notre Dame de fondo.
También recuerdos de aquella noche de verbena, de ilusión y esperanza desaprovechada por  timidez, cuando sonaba la canción Noches de Blanco Satén de Modi Blues. Un día, un segundo de un día, puede cambiar por completo una vida”.
Es un día radiante con una luminosidad especial. Paseando por  un jardín de ensueño con esculturas, fuentes, árboles frondosos de todas las especies y plagado de flores.
Rodeando una glorieta, grandes tilos, árboles de Júpiter floridos; un magnolio con majestuosas flores blancas y botones henchidos a punto de reventar; una mimosa colmada de  pequeñas esferas de oro aterciopelado; un enorme y sabio ginkgo biloba   impertérrito y seguro por su antigüedad. Respirando una atmósfera  con un embriagador aroma a azahar por los abundantes naranjos y celindos  en flor.                   
En el sueño, vuelvo la mirada y observo la perspectiva de un largo paseo bordeado por árboles. La mayoría son tilos. Camino despacio arrastrando con los pies las hojas caídas sin saber lo que dibujan mis pasos. Me vienen al recuerdo los paseos “unter der linden” entre la catedral y la puerta de Brandemburgo. En aquella ocasión estaba solo pero en un periodo de creatividad  fértil. Ahora, además de experimentar crudamente la sensación de la soledad, siempre  compañera, la creatividad se desvanece y me abandona. Pero mi amigo Antonio me anima a despertar.
Para despertar, me gustaría escuchar, el apoteosis final de  campanas,  en  Tubulars  Bells.

“Escríbeme un verso”, me ruega Vicente,
que dilema, que trance, que aprieto,
dudo entre la copla llana o el soneto,
probaremos un romance ardiente:

“¡Oh gran maestro, cincel incandescente,

Tritoro de las musas, delicado boceto,
el arte de mi pluma  queda escueto¡.”
Demasiado fastuoso… inconsistente;

no se eleva, se queda quieto, inerte;
es un verso inútil, herido, maltrecho;
probaremos pues con algo más fuerte:

“La fogosa fragua que habita bajo tu pecho
esconde el yunque laureado de tú suerte,
obrador y arquetipo del hacedor satisfecho.”


Antonio Arribas Fdez. 2011







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